Feliz centenario, monsieur Sartre
Juan Carlos Pérez Salazar
BBC Mundo -2005
A cien años de su nacimiento y 25 de su
muerte, Jean Paul Sartre está reviviendo.
Sartre rechazó en 1964 el Nobel de
Literatura por considerarlo un "premio burgués".
Luego de un período de dos décadas en el
que cayó en una oscuridad relativa, cuando sus ideas sonaban caducas y sus
famosas discusiones con Albert Camus parecían definitivamente ganadas por el
escritor nacido en Argelia, el patito feo parisino sale de entre las telarañas con
renovado vigor.
En Francia, este es el año Sartre. Los
medios de comunicación informan que "La Náusea" -su novela de 1938 en
la que encarnó parte de sus ideas filosóficas sobre el existencialismo- es tan
popular este año en el país galo como El Quijote en España.
La Biblioteca Nacional tiene una exhibición
magnífica, en la que se pueden apreciar todos sus manuscritos, la música que
apreciaba, sus fotos personales, sus guiones y sus amores.
También se están recuperando algunos textos
olvidados y se realizarán quince simposios internacionales para analizar su
obra y su legado.
Uno de ellos, el próximo mes de agosto, se
concentrará en el Sartre omnívoro, el intelectual que podía pasar con pasmosa
facilidad de la filosofía a la novela, al teatro, el ensayo y el activismo
político.
Sartre incómodo
El legado de Sartre, sin embargo, es
problemático para Francia.
Su defensa del estalinismo a principios de
los 50 -aunque rompió con Moscú luego de la invasión a Hungría en 1956-, así
como la justificación de la matanza de atletas israelíes en los Olímpicos de
Munich 72, aún son recordados con incomodidad.
Y en un país donde la filosofía ha tomado
por los delicados y abstractos rumbos del estructuralismo y el postmodernismo,
su figura de intelectual comprometido y crítico acervo de la burguesía tampoco
es cómoda.
De hecho, algunos denuncian que su obra ha
empezado a desaparecer del currículo de universidades y colegios.
El eterno cigarrillo de Sartre fue borrado
de la foto para promocionar una muestra.
"Francia lo odiaba cuando estaba vivo
y lo desprecia en muerte. Se le trata como un pornógrafo", asegura el
filósofo Bernhard-Henri Levy, autor de "Sartre: filósofo del siglo
XX".
Incluso es incómodo en cuestiones
cotidianas en un mundo que oscila entre el puritanismo y el hedonismo: para el
afiche promocional de la exposición de la Biblioteca Nacional se borró el
cigarrillo que Sartre -fumador empedernido- siempre llevaba en sus manos.
El olvido también puede ser un signo de los
tiempos. La gran obra de Sartre, "El Ser y la Nada", en la que expuso
de manera teórica sus tesis sobre el existencialismo, tiene sus raíces
fuertemente hundidas en la catástrofe que significó para Europa la Segunda
Guerra Mundial. De hecho, fue concebida en gran parte en un campo de prisioneros
alemán.
La obra, en la que se hace énfasis sobre el
peso de la libertad individual (la existencia no tiene sentido intrínseco, no
podemos escapar de nuestra situación pero somos libres de cambiarla con
acciones concretas), no puede ser concebida sin la brutal pérdida de las
ilusiones y el horror dejado por la mencionada guerra.
La Europa de ahora es muy distinta a la de
entonces
Sartre hoy
En su vida, Sartre trató de ser el reflejo
de lo que pensaba. Defendió sus ideas con pasión y en ocasiones con crueldad.
Desde las páginas de Les temps modernes atacó con saña a Camus porque no estaba
de acuerdo con la literatura comprometida y descreía del comunismo estalinista
y la revolución.
¿Tiene algo que decirle Sartre a la Francia
de hoy, al mundo de hoy? Annie Cohen-Solal, autora de una elogiada biografía de
Sartre, cree que sí. "Sartre puede ser usado para decodificar la
enfermedad que vive Francia ahora", asegura. "Él puede jugar un papel
en revelar la crisis de identidad".
Una imagen perdurable de Sartre: el hombre
que frecuentaba los cafés y que tenía una relación abierta con Simone de
Beauvoir.
Los síntomas de esa enfermedad son la
búsqueda de un lugar en el mundo moderno, la crisis en la que entró la Unión
Europea con el resonante No francés a su constitución y la defensa de lo galo
en una cultura global a la que ven dominada por los valores anglosajones y el
idioma inglés.
Para el que desee buscar respuestas, su
obra está siendo prolijamente reeditada. Y funciona. El "Ser y la
Nada" sigue siendo uno de los monumentos filosóficos del Siglo XX.
"La Náusea", "Las
Palabras" (su magnífica autobiografía) y algunas obras de teatro como
"A puerta cerrada", -donde aparece su famosa frase "el infierno
son los demás"-, aún se dejan leer con placer.
También está, para los turistas
intelectuales, el Sartre de las postales, el que escribía en los cafés de la
ribera izquierda del Sena y el que tenía una relación abierta con Simone de
Beauvoir.
Jean-Paul Charles Aymard Sartre nació el 21
de junio de 1905 y murió el 15 de abril de 1980.
Y por si queda alguna duda: Albert Camus
era el que tenía la razón.
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